martes, 7 de abril de 2009

EL CURANDERO

Es que estoy escéptico, Seat confidencial. Ya estoy harto de pasar consulta con los galenos que no aciertan a encontrar una solución para mi ojo izquierdo. ¿O será que porque estoy tan escéptico no termino de curarme el ojo? ¿Es que los médicos logran curar o es el cerebro crédulo el que logra poner en movimiento la glándula averiada para que estimule defensas? No me aclaro, amigo Seat, con esto de la salud y la enfermedad. Me intrigan esas curaciones repentinas, al menos rápidas, de personas crédulas. Pero yo soy muy incrédulo, agnóstico y escéptico, y tal vez por ello no termino de ver bien con mi ojo ya meses operado. Así que, en tu compañía que me comprendes, hoy te pido que me lleves al brujo, al naturista, a ese hombre con aires de sabio, brujo y curandero que hace maravillas a juzgar de cuantos han encontrado en él un poco de alivio de sus dolencias. Es que yo soy distinto, íntimo amigo. Ayer advertí que tu ojo derecho no lucía. Te cambié la bombilla y está como nuevo; pero yo soy distinto, sabes. A mí me cambiaron la bombilla de mi ojo izquierdo, pero me parece que no es admitida por el organismo. No sé si será que mis defensas la rechazan porque la ven ajena, o es debido a que un hongo se encuentra a gusto haciéndome la puñeta. Lo cierto es que estoy disgustado. Es que para mí el ver es como para tí el rodar. Yo trabajo con los ojos; tengo que mirar la mirada de las personas inquietas y la mirada la tengo que captar mirando a los ojos, a su manera de hablar, a sus modales y gestos. Si veo desdibujada la mirada, hierro en el diagnóstico. Así que he decidido ir al curandero, a esa persona que tiene algo de sacerdote, de mago, de médico.
Es el curandero, Seat curioso, un hombre de mediana edad. También me miró a los ojos y se encontraron nuestras miradas. Yo intentaba captar información para hacer mi diagnóstico y él me miraba para hacer el suyo. Algo raro noté en el encuentro de nuestras miradas, mutuamente escrutadoras. Cuantos trabajamos con la mirada, tenemos una fuerza especial en ella. Es como una lucha alimentada con preguntas y respuestas, atenta a los actos fallidos, a los titubeos, a las evasiones, a los silencios. El se callaba después de una pregunta y yo aguantaba el silencio, sin pretenderlo, en espera de una respuesta, porque yo he venido a consultar y a buscar respuestas. Se creó un momento un tanto embarazoso: el curandero en busca de preguntas y yo en busca de respuestas. Y, como un médico perezoso de la Seguridad Social, me despachó con unas hierbas como receta. Y es que así no puede ser. Hay que ir al médico, al curandero, como se va a Lourdes: con fe, con la seguridad de que allí está tu curación. Si no tienes fe no entrarás en el reino de los curados. Sólo si crees, tus dolencias serán curadas. ¿Y cómo se puede tener fe, Seat compañero? Tú no la necesitas. ¿O acaso sí? A ti, te duelen los pies y te cambio las cubiertas y ya está. Te rugen las tripas y te cambio el tubo de escape y ya estás más silencioso que sueño de niños. Estás inapetente y no quieres empezar a comer, te cambio la batería y ya estás tan hambriento como alpinista en la cumbre. Tengo que reconocer que en esto me aventajas. Tu cuerpo es más perfecto que mi cuerpo, tus ojos son más simples que mis ojos y tus pies son más ligeros que mis pies. Pero te falta la mirada. ¿O acaso tú también tienes mirada? Si no, no te preocupes. Tú estás lleno de mis miradas.

LA SAETA

¡Qué bien nos lo pasamos

-¿te acuerdas, Seat piadoso?-

aquellos días del mes de abril,

caminando entre

olivares,

peinetas y hachones!

Andalucía.

Pasamos la noche en vela

siguiendo a Jesús Nazareno

todos juntos,

en tropel.

Nos perdimos entre el gentío

en busca de no sé qué.

De pronto todo el mundo

Para. Contiene la respiración.

Un quejido de saeta rompe

en requiebros

la voz.

Ayes y lamentos,

¡Silencio!

!Emoción¡

Aplausos y redobles de tambor.

Procesión.

viernes, 3 de abril de 2009

El desguace

No quiero que mueras del todo, Seat. He donado tus órganos. Este era tu deseo cuando el jefe del taller nos informó de que tu final había llegado. Adiós, Seat fiel, amigo, compañero de tantas soledades y andanzas. Tú nunca morirás del todo puesto que permaneces en mi recuerdo.
Han querido empezar extrayendo los ojos, la matrícula y el distintivo de raza. Yo me opuse. "Eso lo último"-dije. ¡Hay que ver lo que nos cambia el perder los ojos! Es como poner un muro entre el alma y el cuerpo, entre la vida y la muerte. Decidieron, ante mi empecinamiento, comenzar por los órganos internos. El carburador, la bomba del agua, la de los frenos... "Pero si todo está bien, entonces ¿por qué su muerte?"‑me decía. Todos sus órganos parecían en buen estado pero faltaba la coordinación. Un órgano se cambia cuando envejece, pero la coordinación de todos no se puede cambiar. Es algo genético, donde está escrito el destino final. ¡Es la ley de la vida! ‑pensaba. Existir para dejar de ser. Otros nos seguirán. Pero sus servicios prestados son como libros escritos que ahí quedan para hablarnos de él. Estos son irrepetibles, nadie los puede sustituir. Seguirán habiendo sonrisas y lágrimas, pero no serán sus sonrisas ni sus lágrimas, serán otras, distintas. Nunca la especie logrará borrar el recuerdo del individuo por mucho que se prolongue en el calendario. Es la muerte como un divorcio de la vida donde los nuevos recuerdos, las nuevas vivencias, no conseguirán desvanecer las vivencias, ni los recuerdos habidos en el amor.
Este es, mi cosuelo,
nuestro consuelo, ante el paso último: perpetuarse en alguien de alguna manera. Y allí seguí hablando conmigo mismo ‑ya que tú ibas dejando de ser como padre a la puerta del quirófano pero sin esperanza de tu renacer. Hasta la última pieza vi sacar de tus entrañas. Un chasis, una pierna aquí y la otra allá, los faros encima del capot de otro, reclinados sobre sí mismos, apagados, quietos. Mis ojos se cerraron sin yo notarlo, húmedos, tristes. Era el final. Descansa en paz con mis recuerdos y queden tus servicios grabados en el viento de Castilla, de Levante, De las Galias y de Portugal, que tantas veces te refrescaron, que en mi memoria ya lo están.

viernes, 27 de marzo de 2009

Qué sola es la soledad

Qué sola es la soledad
Sin nadie a quien mirar
Sin palabra que pronunciar
Sólo con el recuerdo a solas
Qué sola resulta la soledad.

Existen diversas soledades:
Soledad de amigo
Soledad de amor
Soledad anónima,
Soledad de dolor.

Todas las soledades
Son fuentes de soledad
Densas como niebla densa
Calladas como soledad de dos
Con la realidad congelada
Donde no se oye el dolor.

Sólo la soledad acompaña
Sin murmullo
Sin latido
Sin movimiento
Sin vida
Sin razón

viernes, 20 de marzo de 2009

Yerba Humana

¡Yerba frágil,
de vida tenue,
con sed de arroyos,
y mañanas con soles!

La brisa al anochecer
te cubre de rocío
y de luna llena,
con reflejos de estrellas
y murmullos de campo.

Tu ser es estar,
con sentido de fenecer.
Otras yerbas de compañía,
suman contigo prados y
repiten amaneceres.

Los mismos llantos,
iguales temores,
te cercan a las estrellas
mirando al recuerdo
única huella de haber pasado.

Conoces estaciones,
de nieves, viento y agua,

Estás sola en aqueste lugar,
junto al arroyo,
sin más horizonte que el camino,
y sin más ánimo que seguir estando.

Es tu ser un estar feneciendo,
pues seguir siendo
y sin camino estando,
yerto queda en el aire
tu encanto.

La luz de ti tira,
sin lograr alzarte del suelo,
y tú sigues sujeta a la tierra
para hacer más lento el retorno.

Entre tu ser y tu nada,
-hierba humana-
unos cuantos amaneceres
y unos cuantos soles, sólo,
te separan.

sábado, 14 de marzo de 2009

Cuerpos Jovenes

CUERPOS JOVENES


¡Jóvenes gráciles, todavía jóvenes,

confiadas en la búsqueda

de un tú joven con quien vivir!

Cuerpos jóvenes,
con ritmo y alegría,

blancos cuerpos jóvenes,

llenos de mañanas y de soles,

de estrellas en la noche

cuando el tú se hace yo

y el yo se pierde en el tú amado.

Buscáis miradas en vuestra ternura

dando ternura en vuestros ojos,

ocultos en cabellos tímidos, limpios,

recién lavados.

Vuestro encuentro desafortunado

en el bosque del misterio humano

rompe en el lago hondo

vuestro rostro a pedradas

y desgarran toda vuestra ternura

con zarpazos inhumanos.

Jóvenes gráciles,

todavía jóvenes:

vuestra muerte en la noche oscura

os hacen mártires jóvenes,

llenas de misterio,

de asombro,

de interrogantes.

Separación


Cada día con el mismo cantar
por la senda de la vida
Hastío? Cansancio?...Monotonía.

Llega el marido.
Partido de fútbol en Televisión.
En la cocina chasquidos de platos.
Gol en el salón.

-Hasta mañana.
-Adiós.
-No me dice nada tu compañía.
-Ya.
-Separación.
-Bueno.
-Esto para ti.
-Bien.
-Eso para mí.
-Vale.
-¿Y los hijos?
¡ Maldición!
-Ya son mayores.
Que escojan elijan.
! Confusión¡
-A los ocho años no hay elección.
-Irán conmigo.
-Vale.
-Una semana tú, otra yo.
-Puede ser
-Vamos ver.